Lo que pudimos ver ayer en laSexta gracias a Salvados debe suponer, y está en camino de conseguirlo, un cambio radical en lo que hoy día entendemos en España por debate político. El ‘experimento’, por llamarlo así, al que se prestaron Pablo Iglesias y Albert Rivera con el consiguiente respaldo de la audiencia, que superó los cinco millones de espectadores, es una prueba del interés real que existe por la política en el país.
Sin necesidad de papeles ni gráficos que poco muestran, sin pactar bloques de preguntas o acordar la temperatura de la sala, a pecho descubierto, vaya, así se plantaron los dos líderes de los partidos que tienen en su mano dar un giro radical al concepto de política nacional. Café en mano, sin chaquetas ni corbatas y exponiendo sus ideas, escuchando al adversario y respondiendo a sus argumentos. Un debate puro.
Al margen de ideologías y prejuicios, dejando a un lado los colores, ayer perdió el bipartidismo. Incapaz de sentarse a la mesa de Salvados, o de cualquier otro programa, dejando vacías sus sillas, no vaya a ser que les pillen en un renuncio por debatir sin apuntes.
Ahora, con el antiguo concepto de debate más en entredicho que nunca, a Partido Popular y Partido Socialista, por lógica, no debería quedarles más remedio que aceptar los múltiples guantes lanzados por Ciudadanos, Podemos, UPYD y compañía, y abrir su agenda para un debate real. Sin mítines. Con sus programas por bandera y rebatiendo al rival. Un acto imprescindible para acercarse a un votante que ayer dejó claro que está preocupado por la política e interesado por los debates sin corsés.
Es necesaria una replanificación en la comunicación de los ‘grandes’ para plantar batalla. Si no, mucho me temo que la tortilla terminará por darse la vuelta. Tomen nota.
Sergio F. Núñez 